jueves, 27 de septiembre de 2012

Tricotilomaníacos, tricotilomaniacos everywhere


A veces ando en Metro, miro a la gente que va sentada y me fijo en su pelo: hartos tienen una incipiente calvicie. Así como entradas o hendiduras muy anchas. Se nota que les falta pelo.
Cuando vea estas personas, me pregunto si no serán tricotilomaníacos silenciosos. Si padecen de lo mismo que yo, pero no le cuentan a nadie y viven con el trauma y la vergüenza a diario.
A veces creo que debería hablarles, preguntarles sobre la enfermedad, pero siento que quizá me mentirían y no asumirían su enfermedad. También me daría vergüenza que esta gente estuviera sana y yo, al decirles algo sobre su apariencia, las ofendiera. Como ese típico chiste de una mina muy gorda a la que le dicen que está embarazada y ella, más que una guagua, lo que tiene es mucha grasa en el abdomen. Además, si esa persona no tuviera trico, yo me dejaría un tanto en evidencia. Onda, hola, ¿te sacas el pelo? La persona en su mente dice -qué onda esta mina, ¿sacarse el pelo? Cosa más rara. ¿Cómo se le ocurrió? Ah, claro, ella se lo saca-.
Quizá un día una chica se me acerque y me pregunté por qué tengo hendiduras tan anchas o por qué no puedo parar de tocarme el pelo. Si tengo valor, le contaré de mi problema. Si no, seguiré buscando amigos tricos en internet.