sábado, 19 de mayo de 2012

Un clavo saca otro clavo


Les voy a confesar mi mayor secreto, uno que me avergüenza más que la tricotilomanía misma que -creo- superé. Es que, sí, ya no me saco los pelitos, pero sigo con una especie de obsesión por tocarme el cabello todo el tiempo.
Entonces, más que haber superado esta extraña enfermedad, lo que hice fue "retroceder" un poco. Es decir, si el proceso que vivía era "llevarme las manos a la cabeza, seleccionar un cabello especialmente grueso, arrancármelo, observarlo, desecharlo", lo que hago ahora es no avanzar hacia el paso tres. O sea, que igual me llevo las manos a la cabeza y escarbo hasta encontrar un pelo grueso. La diferencia es que en vez de sacármelo -aquí lo vergonzoso- tomo una tijera y me lo corto, lo más cercano a la raíz.
En definitiva, no creo que me haya curado de la tricotilomanía, sino que viré hacia una nueva versión de ésta: cortarse los pelos en vez de arrancárselos. Creo que no es igual, pero es súper parecido, porque igual ando como estúpida tocándome la cabeza todo el día e igual lleno de pelos a mi alrededor. Más encima igual me da nervios-vergüenza ir a la peluquería, porque se me notan unas mechas locas paradas que me hacen lucir ridícula.
Pucha, yo no sé si esta enfermedad de mierda se pasa alguna vez, pero sí sé que yo avancé hasta dejar de arrancarme los pelos, pero reemplazando ese ritual con una tijera. ¿Estoy curada? No sé, pero un clavo saca otro clavo cuando una tiene ansiedad. Si no me calmo sacándome un pelo, sí lo hago cortándolo.
Un pelo saca otro pelo. Me pregunto si mi nuevo tic es una patología con nombre.